Una fresca brisa de invierno (extrañamente en Diciembre) se apodero del ambiente, borrando cada una de los neones de la luz solar. Era un día frió, pero no un día frió común y corriente. Era un día realmente frío, tan frío que la emoción no se sentía, y la pasión se había esfumado en un abrir y cerrar de ojos. ¿Amor? ¿Qué es eso? Era inexistente en ese momento. Liliana se dirigió hacia la cocina, y con sus piernas flequeantes, se encamino. En realidad, no quería ninguna taza de té, solo sentir el caluroso olor de la bebida que la hacia sentir ni más ni menos que como en casa. Lo revolvió con una pequeña cucharita una vez que el proceso de preparación estuvo cumplido, y luego de unas cuatro o cinco vueltas, la dejo a un lado de la taza de porcelana. Hundió sus dedos indices en el brebaje hogareño, la dulzura y el azúcar acecharon los alrededores de su piel que se había tropezado en la boca del lobo, listos para atacar y transpasarle su sensación de tranquilidad. Liliana sintió como lo imposible se hacia pura realidad, y las yemas de sus dedos se transformaban en blancos copos de nieve que se escapaban por los puntos libres de aquella taza. Rápidamente sus dedos se deshicieron por completo, y no quedo más que una solemne habitación recubierta de blanco.



Coldplay me inspira.