animal coming alive.
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don't look back in anger.
sábado, 1 de octubre de 2011 | 11:52 | 1 comments


Las cenizas del fuego rozaban su corazón cuando la escucho chillar en algun microscópico sitio de su mente. Estaba desesperada, las lagrimas rozaban su rostro y sus pulmones bombeaban angustia, disparándola sin rumbo. Más que el temor. Sus palabras no lograban ser del todo claras, el canal auditivo del joven fallaba y la lúgubre melodía del piano cubría toda clase de estruendos. El espacio entre ellos relevantemente se ensanchaba y ambos sabían bien que de esta no conseguirían un rumbo sencillo. El color pulcramente rubí de las llamas fueguinas lo rodeaban, rodeaban su alto, talludo y dominante cuerpo que a simple vista es inconfundible. Prontamente los chillidos no son solo de féminas, la impaciencia es compartida con voces de sujetos fuera de sus casillas. Claro, ya es muy tarde. Su cerebro fue devorado, junto a su conciencia y remordimiento. Andar a saber cuanto más el mando de la vileza anhelara de su parte. Por lo tanto, el se limita a observar detrás de su escoria protectora. Aquellas voces son inconfundibles, más arribaron tarde el espectáculo. Y en este instante deben divisar como la inmoralidad carcome a una persona de su cercanía, engulliendo sus bondadosas vertebras, con sus ojos abiertos simulando ser platos. Conmemoran las veces que le reprendieron su afición por contener una pesimista mirada de lo que le rodea. ¡Sí tan solo les hubiera escuchado! Tal vez, tan solo así, con ese trayecto, no se encontrarían en esa irritante situación en donde apenas obtenían percibir los parpados del otro. Sí tan solo se hubiera encargado de no observar el odio.

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