Eso mismo hice yo. Perdón, pero no tuve tiempo de postear una entrada en el blog con una despedida por una semana, apenas tuve tiempo para ordenar todo antes de irme de viaje de egresados. Ajá, me fui de viaje de egresados de primaria. Dios, no hay una palabra que pueda describir ese viaje. Ni siquiera lo puedo comprender en un texto, o en un libro. Ni siquiera en una novela de más de mil paginas, en ningún lado porque las emociones siempre son más fuertes que las palabras, para mi. Fue todo un remolino con altibajos y momentos casi perfectos, una de las anécdotas más raras que puedo contar. Ya convivir con los compañeros es algo que no se vive dos veces en la vida, me parece. Y, cuando volvíamos del viaje en el micro, todos se pusieron a llorar. Hasta los chicos, es más, ellos fueron los primeros. Y casi inconscientemente, yo también. Les juro, no lo tenía planeado ni esperaba que pasara, me salió del alma. Casi ni entendía porque lloraba, no tenía sentido. En realidad, si lo tenía, pero me salió del alma. Las lagrimas se me escaparon y no las podía parar, nose como explicarme. Me faltan las palabras, pero me parece que el mensaje se ve claro. No puedo explicarlo, y se que quieren escuchar todos los detalles del viaje, pero esas cosas nunca salen de lo que uno siente en el momento.

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