animal coming alive.
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leanne. (#4)
lunes, 20 de febrero de 2012 | 9:13 | 0 comments


Una diminuta y sudorosa Leanne conservaba un latiente corazón bombeante de sangre (toneladas de ella) y, apresurado a cumplir con su labor, se había visto con pavor gracias a los temores de la niña. Una pesadilla entre las tinieblas de la medianoche. Y no se trataba de un par de sombras como cualquier otras, era el anochecer de su cumpleaños de catorce décadas. Vale, no décadas, pero para ella habían transcurrido como tales.

En resumen: otro de sus nublosos espantos nocturnos le había amenazado en una fecha única. Se mantuvo en silencio sin siquiera dignarse a aullar a la luna. Su padre se había difuminado del hogar por una más de sus variadas urgencias mientras su madre se aventuraba en uno de aquellos lujosos cruceros. La niñera a cargo tenia similitudes con el oxigeno; era imposible hallarla. Por lo que se podría decir que se encontraba en una pura soledad.

Eran ella, la lugubridad y las voces rondantes que no se ocultaban ni en sus delirios de mayor antaño. Ni aun que de vida y muerte fuera la cuestión.

La habitación de Leanne mantenía únicamente el reflejo de la luna y los leves quejidos de los animalejos colgantes de las arboledas de la calle. Las imágenes recientemente sucedidas dilataban los parpados de Leanne y se calaban en sus entrañas.

Casi como si fuera por el puro arte de la magia, el pie de Leanne rozo la alfombra de nailon de la pieza simultanea a la insignificante piedrecilla que provoco el primer resonido de la noche. Al estamparse contra el vidrio de la ventana sin cuidado alguno, fue inevitable que Leanne animara un grito ahogado.

Los ecos que luego se producieron por si mismos le ofrecieron una total armonía y calma. Tal vez hasta seguridad, pero nunca una verdadera confianza.

Blaise, Michael, Lucy y Rawrie daban repiqueteos contra el llano ambiente y no aguardarían por mucho rato más. Probablemente el mal genio de Michael haya sido el causante de aventar el objeto. Podría encontrarse segura de aquello con la mayor tranquilidad.

-¡Baja de allí, rubia - el agridulce vozarrón de Rawrie se hizo presente.

En situaciones como esa, no cabía mucha posibilidad de elección. La respuesta tendría que ser un 'si' de sencilla escucha y clara visibilidad ya que una negación quedaría en duda.

Colocándose un fino camperon de distintas tonalidades azules sobre los hombros, no fue necesario utilizar una sigilosa estrategia para que la atención no se viera llamada. Recostando su piel contra el destemplado marco del ventanal, tomo las fuerzas necesarias para atravesarlo en un salto. Luego, fue todo una cuestión de deslizarse por los matorrales.

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- ¿A donde dijiste que nos dirigíamos?

- Como si tuviera una mínima idea.

Ese fue todo el contacto social que Leanne llevo a cabo en mucho tiempo. Para su suerte, fue producida con la ayuda y el auxilio de Blaise, uno de los acompañantes más sensato, cuerdos y bonachones. Básicamente, el singular humano en la faz de la tierra el cual convencía a su subconsciente de que Leanne estaba colocada en sus casillas, o al menos junto a ellas. 

Luego de aquellas insólitas palabras sin contraste, multifaceta o mentira, la presencia de Leanne no fue más que omnipresente.

"Simon, no quiero seguirlos. Ellos estan dementes por vagar sin rumbo a tales horas. Yo tengo el uso de la razón, ¿verdad?"

"¿Verdad, Simon?"

Sumisa a un universo paralelo, no atendió a que el pliegue de su brazo izquierdo era meneado debido a que su ensueño se vio poseído por la ansiedad, modificando los gestos de su rostro. Siquiera la infernalmente demoníaca brisa logro descongelar sus acciones. Apenas agitaba sus pestañas. Un diminuto tímpano de hielo habría sido correctamente disimulable con Leanne.

"¿Simon, estas ahí?"

"Simon."

Podría ser un delito confiable el que sus pupilas comenzaron a empalidecer. (Simon, Simon, Simon). Ellos lo tienen, lo están lastimando. No le hagan daño. La sangre de Simon fluyo en la garganta de Leanne. En el órgano, en el pulmón, en el corazón. Se encontraba lesionado gracias a ellos, y como si fuera poco pretendían ser tus colegas. Frunciste el entrecejo con la cólera y la ira escalando tus nervios, para luego escabullirse de ese jodido mundo real. Blaise, Michael, Lucy. Todos ellos le hacían daño. Tú madre, tú padre, tú niñera. Todos tan cargados de malicia.

Según el veredicto de los otros jóvenes, soltó un improperio acerca de un amigo imaginario y se echo en una carrera contra el crepúsculo. Esa fue la ultima vez que la avistaron.

(Simon, Simon. Estoy aquí, ellos me asustan. Te hicieron daño, no quiero que te hagan daño. Mátalos, Simon, mátalos o lo haré yo).

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