Nose cuando fue que empece a creer en el amor que se tenían, y que se tienen. Antes no me lo tragaba, para mi ella era una cualquiera, una de por ahí que se encontró con el y de pedo que se pusieron de pareja, pero en realidad no se querían. Aunque, hace un tiempo, me empece a dar cuenta de lo mucho que se quieren. De como se miran, o de cuanto sonríen cuando están juntos. Me empece a dar cuenta de que, cuando se trata del otro, son muy frágiles, muy delicados. Porque las palabras que se dicen mutuamente son puras verdades, y se tienen confianza, y no dudan antes de confesar que se aman. Porque es así de simple. Se aman, punto. No hay más discusión que abrir, y no lo dudan ni un segundo, ni siquiera cuando la mitad de los Beatlemaniacos están en contra de su relación. Tienen a la mayoría del mundo mostrandoles la espalda, pero ellos saben que son más fuertes que eso, que se aman y nada puede impedirlo. Son fuertes con el otro, se ven como nadie puede verse. Cambiaron mutuamente gracias al otro, y eso significa más que mil palabras.