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Es Mora, o es Tonia. No es nadie, en realidad, es un fantasma que te rodea y un espejismo que alguna vez fue. No intenta ser como es, pero lo es. Es Mora, o es Tonia. En lo personal, me agradan ambos seudónimos. Es un rostro, tal vez alguna que otra oración, palabras que temblequean. Sus rodillas temblequean, todo su cuerpo temblequea, y eso no se agradable. Similar a un vegetal, vive pero no construye, al menos no siente que lo hace. Porque es un fantasma, o es Mora, o es Tonia. Detesta decir que es un arte en progreso, ya que ella anhela ser el arte, o el progreso. O ambas, o Mora, o Tonia. Creo que eso ya queda bastante claro. Aunque creo que, más que emé o té, es nadie.

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amanda.

Los labios de Amanda, oh, los labios de Amanda. Casi parece como que puedes hacer un poema de estos, carnosos, rojizos, jugosos. Son seductores casi sin intentarlo, y combinan con su mirada entre perdida y soñadora. Armonizan con el resto de su rostro pálido, ese que podría llegar a espantarte sí no fuera tan bello. Jugueteas unos segundos con ellos, sin temor alguno y con un infinito placer que no puedes terminar de comprender. Es que, cuando los besas, cuando tus labios se unen con los de Amanda, casi parece que esta bien, que es correcto. Es casi como que los objetos se acomodan, tus emociones desagradables se esfuman y el sol brilla con más poder que antes. La luna no puede hacer más que iluminarte, a ti, a ella y a sus labios, parece un escenario, y ustedes son las actrices. Los labios de Amanda, oh, los labios de Amanda. Casi parece como que se esfuman con un abrir y cerrar de ojos, o que no, que permanecen allí, estables y apunto de caerse por un barranco. Como un poema, como la seducción, como la carne, como el color rojo. Los labios de Amanda, oh, los labios de Amanda.

Etiquetas: cuento